miércoles, 28 de mayo de 2008

Astro


Las caracolas cantan
enigmáticas vivencias
ella pasea los encajes de sus enaguas
sobre la fresca arena.
Espera solitaria
del amante que emerge
de las altas olas.

Almudena



Miras al horizonte mientras yo te cuido

Me gusta observar detrás de los arbustos
tu paso decidido sobre la fría arena
mientras la espuma juega entre tus dedos finos
y moja las puntillas de tu enagua de seda...

El viento se te enreda por la melena rubia
mientras tus ojos huyen más allá de las brisas
buscando un horizonte donde el sol se refugia
o llamando al amante que te dejo en la orilla.

Qué lejos se nos quedan todas aquellas tardes
en las que, de la mano, los dos oíamos
el rumor de las olas, la cadencia del paso
con la espuma lamiéndonos los tobillos.

Pero fuiste tras él porque yo era muy poco,
apenas una mano que te daba cariño,
y el prefirió otras tierras, otras manos, otros refugios
y te dejo varada en medio del camino.

Son ya muchas las tardes que has llegado a esta orilla
creyendo en la promesa que te dejó en el beso,
y son las mismas tardes que yo, aquí escondido,
te he estado acompañando
aunque nunca has querido mirar a este escondrijo...

Te lo debía decir aunque ya no te importe:
¡Te seguiré esperando aunque nunca me mires!

Javier

Propiedad Privada



Habitas en mí
sin documentación
sin hipoteca ni intereses
te entregué las llaves
sin garantías ni condiciones.


Almudena

Habitar en ti es mi destino

Habitar en ti me da la paz,
me da el sosiego para seguir la huella
detrás de la que voy desde que me encontraste.

Y fuiste generosa,
no me pediste nada,
sólo un abrazo tibio
mientras por mi cintura retozabas
y los dos nos caímos
como dos hojas que abandonan la rama,
embebidos en un rumor de besos
y en un volar de manos liberadas...

No fuimos más allá,
–la luz del medio día nos cegaba–
pero fue suficiente
para sentirme habitando tu cuerpo
sin darte garantías ni avales ni fianzas.

Desde aquel mediodía
he seguido anidando en tu cuerpo,
tú has seguido alojada en mi alma
y los dos hemos sido testigos
de este fuego que en el pecho se inflama,
que revienta cual tormenta en el estío
y se nos desborda, en paz, por las entrañas.
Javier

lunes, 19 de mayo de 2008

Arcón



Arrodillada ante él
he buscado hasta el fondo
no hay donde jamás hubo
un recuerdo de tu amor.

Almudena

Te llevo en otro arcón

El arcón en dónde guardo tus recuerdos
no me ha dejado jamás que me arrodille:
lo llevo en el pecho refugiado,
a lo ancho de la piel, en las pupilas,
por las yemas de los dedos, por la médula,
perdido en la memoria y la plegaria...

Es un arcón que me acompaña siempre
aunque está demasiado escondido:
lo tapa el miedo a que puedas herirme,
o ser de nuevo traicionado...

Nunca supe si fueron mis fantasmas
los que crearon en mi tanto infortunio,
los que precipitaron aquella evasión loca
en la que me alejé para siempre de tu lado.

Y, hoy, al oírte decir que buscas inclinada
recuerdos de mi paso por tu vida
en un arcón que ya no guarda nada...
me has hecho dudar de lo que hice:
¿por qué te ensimismaste en tu silencio?
¿por qué no me dijiste qué ocurría?
¿por que asumiste mi ofensa tan callada
si mis celos vieron traiciones y mentiras
si fue mi mente y no tú, la que me traicionaba?

Te llevó en otro arcón muy escondida
aunque sé que no te sirve para nada...

Javier