sábado, 21 de junio de 2008

Pavesas


Las flamas de nuestro amor
se han consumido
las cenizas se han ido con el viento
ni quedan tizones
para entibiar nuestras manos.

Almudena

A la última frontera

Me fui con las cenizas a la última frontera
y desde allí empezar a encender otra llama
que pudiera sentirse similar a la nuestra
la que fuimos capaces de mantener en calma
desde el juego infantil hasta el colapso...

Y aunque se nos murió como se muere el fuego
y ni pavesas quedan para entibiar las manos
sigo sin comprender qué fue lo que ocurrió,
porque todo acabó como ceniza al viento,
huyendo cada uno sin pronunciar palabra,
sin mirar para atrás,
sin preguntar siquiera que era lo que pasaba
como si hubiera prisa por poder huir
o miedo a que, al mirarnos, revivieran las llamas
y pudiéramos ser amarrados de nuevo

Porque así fue el final
como un soltar de grilletes y de amarras
como un romper los lazos
como un querer recuperar el aire
que un cúmulo de errores nos había extirpado.

La llama nos duró el tiempo suficiente
pero no hay vuelta atrás
y aunque no sea capaz de encender otro fuego
lo que tú y yo vivimos
nunca más podrá resucitar...

Como tu misma afirmas:
se consumió la llama
las cenizas se unieron con el viento
y en nuestros corazones ya no calienta nada.

Javier

viernes, 13 de junio de 2008

Vibrar


Tiembla la hoja
ante el embate del viento
como mi cuerpo
ante tu proximidad.

Almudena


Este amor clandestino

No dejes de vibrar...
Yo también vibro cada vez que te siento,
cada vez que en el tiempo huelo tus pasos
o la mente me acerca a tus recuerdos.
Es la fuerza que tiene este amor clandestino que mantenemos,
oculto a las miradas para que nadie sepa que estamos encelados,
para que nadie pueda romper este artificio
y podamos seguir mucho tiempo enredados,
en la cueva que hicimos hace ya tanto tiempo...
El amor por el riesgo nos aumenta la vida,
acceder caminando por puertas diferentes,
no coincidir jamás donde la gente mira,
dar a entender que estamos en solitarios cuartos...
Y después de los riesgos y los cuidados,
el abrazo de fuego de nuestros labios,
la ropa por los suelos,
los cuerpos acoplados,
el aire intermitente manteniendo el silencio
por si alguien escucha en el cuarto de al lado...
Y la filo de la tarde cuando todas las aves regresan a sus nidos,
nos destrabamos,
volvemos a vestirnos
y, el camino encubierto, lo desandamos
cada uno en su tiempo y por su lado
para volver al aire,
a vernos a lo lejos como nos distanciamos
soñando con que el jueves
vuelva, en el menor tiempo, a juntar nuestros labios...

Javier

jueves, 12 de junio de 2008

Día



Fue un claro amanecer
el mediodía trajo tristeza
cuando en la tarde desapareciste
llegaron las sombras de una oscura noche.

Almudena


Así es...

Así es el amor aunque no lo queramos.
Querríamos vivir siempre el amanecer,
las pasiones del alba,
la ceguera de ver en la otra persona todo lo que nos falta,
ese enamoramiento sin sentido y sin causa...
pero llega ese sol a mitad del camino
y las luces que vimos poco a poco se apagan,
y la rutina entra como carcoma ciega
y el serrín de los días vacía las miradas
y todo nos molesta...
Y así llega la tarde con los ojos huidos y los abrazos quietos
sin fuerzas ya para emitir palabras,
dejando que los días se mueran en silencio
mirando al horizonte, buscando una escapada...
Y al fin se nos adentra en la noche más fría
con los cuerpos enfermos y las almas cansadas
buscando amaneceres como el que recordamos
cuando creímos ver que lo que nos pasaba
era un sueño tan fuerte, una ilusión tan viva
que nunca supusimos que se nos apagara...
Pero todo quedó muerto en estas cenizas
que buscan con ardor que aparezca otro alba
y que sueñan con ver cómo las resucita...

Javier

Deseos


De qué me sirve amarte
cuando no te tengo.
De qué me sirve soñarte
cuando no apareces en mis sueños.
De qué me sirve pensarte
cuando no me piensas.
De qué me sirve quererte
de qué…

Almudena


A mi me sirve...

A mí me sirve tu amor para seguirte viviendo,
para abrazarme en tu abrazo cuando la noche me atrapa,
para sentirme en tu piel cuando el frío me recubre,
para soñar con tus labios cuando la sed me acribilla,
para vivir la pasión de tus noches entregada,
para contemplar tus ojos con la luz de los crepúsculos,
para que llenes mis días y mis noches y mi insomnio,
para que tenga sentido caminar a ningún lado,
para que mire y te vea en los rostros que me cruzo,
para que sepa que un día volverás a mi posada
y volveremos a ser, de la pasión, los esclavos
y caminaremos ciegos por los bosques y mesetas
y nos cubrirá la luz en su cobijo y su manto
sin más calor que el que surja de cuerpos enamorados
que buscan en sus entrañas la explosión de los orgasmos...
Por eso quiero que dejes que yo te siga queriendo
y que no me importe nada que ahora no pueda tenerte
porque te sueño tan viva, tan cercana, tan a mano
que apareces en mis sueños con la verdad de la hembra
que me llenó de placer y que me dejó extenuado
cubierto de las caricias, de los besos, los espasmos
que siento sobre mi piel como si aún estuvieras...
enredada entre mis brazos.

Javier

miércoles, 28 de mayo de 2008

Astro


Las caracolas cantan
enigmáticas vivencias
ella pasea los encajes de sus enaguas
sobre la fresca arena.
Espera solitaria
del amante que emerge
de las altas olas.

Almudena



Miras al horizonte mientras yo te cuido

Me gusta observar detrás de los arbustos
tu paso decidido sobre la fría arena
mientras la espuma juega entre tus dedos finos
y moja las puntillas de tu enagua de seda...

El viento se te enreda por la melena rubia
mientras tus ojos huyen más allá de las brisas
buscando un horizonte donde el sol se refugia
o llamando al amante que te dejo en la orilla.

Qué lejos se nos quedan todas aquellas tardes
en las que, de la mano, los dos oíamos
el rumor de las olas, la cadencia del paso
con la espuma lamiéndonos los tobillos.

Pero fuiste tras él porque yo era muy poco,
apenas una mano que te daba cariño,
y el prefirió otras tierras, otras manos, otros refugios
y te dejo varada en medio del camino.

Son ya muchas las tardes que has llegado a esta orilla
creyendo en la promesa que te dejó en el beso,
y son las mismas tardes que yo, aquí escondido,
te he estado acompañando
aunque nunca has querido mirar a este escondrijo...

Te lo debía decir aunque ya no te importe:
¡Te seguiré esperando aunque nunca me mires!

Javier

Propiedad Privada



Habitas en mí
sin documentación
sin hipoteca ni intereses
te entregué las llaves
sin garantías ni condiciones.


Almudena

Habitar en ti es mi destino

Habitar en ti me da la paz,
me da el sosiego para seguir la huella
detrás de la que voy desde que me encontraste.

Y fuiste generosa,
no me pediste nada,
sólo un abrazo tibio
mientras por mi cintura retozabas
y los dos nos caímos
como dos hojas que abandonan la rama,
embebidos en un rumor de besos
y en un volar de manos liberadas...

No fuimos más allá,
–la luz del medio día nos cegaba–
pero fue suficiente
para sentirme habitando tu cuerpo
sin darte garantías ni avales ni fianzas.

Desde aquel mediodía
he seguido anidando en tu cuerpo,
tú has seguido alojada en mi alma
y los dos hemos sido testigos
de este fuego que en el pecho se inflama,
que revienta cual tormenta en el estío
y se nos desborda, en paz, por las entrañas.
Javier

lunes, 19 de mayo de 2008

Arcón



Arrodillada ante él
he buscado hasta el fondo
no hay donde jamás hubo
un recuerdo de tu amor.

Almudena

Te llevo en otro arcón

El arcón en dónde guardo tus recuerdos
no me ha dejado jamás que me arrodille:
lo llevo en el pecho refugiado,
a lo ancho de la piel, en las pupilas,
por las yemas de los dedos, por la médula,
perdido en la memoria y la plegaria...

Es un arcón que me acompaña siempre
aunque está demasiado escondido:
lo tapa el miedo a que puedas herirme,
o ser de nuevo traicionado...

Nunca supe si fueron mis fantasmas
los que crearon en mi tanto infortunio,
los que precipitaron aquella evasión loca
en la que me alejé para siempre de tu lado.

Y, hoy, al oírte decir que buscas inclinada
recuerdos de mi paso por tu vida
en un arcón que ya no guarda nada...
me has hecho dudar de lo que hice:
¿por qué te ensimismaste en tu silencio?
¿por qué no me dijiste qué ocurría?
¿por que asumiste mi ofensa tan callada
si mis celos vieron traiciones y mentiras
si fue mi mente y no tú, la que me traicionaba?

Te llevó en otro arcón muy escondida
aunque sé que no te sirve para nada...

Javier